Dilemas energéticos

El 80% del efecto invernadero, que induce el cambio climático, obedece a las emisiones de GEI derivadas de la producción y el consumo de energía de origen fósil.
Wind energy on Global Wind Day

El dilema energético actual, proviene del hecho de que el 80% del efecto invernadero, que induce el cambio climático, obedece a las emisiones de GEI derivadas de la producción y el consumo de energía de origen fósil. Esta evidencia sobre el origen de los problemas, ha introducido el debate sobre el futuro de la energía en el mundo, cuyo desenlace puede ralentizar o acelerar la convergencia entre innovación tecnológica y sostenibilidad. No en vano, la AIE calcula en un informe realizado en 2012, que si el mundo quiere evitar los peores efectos del calentamiento global las emisiones anuales de gases no deberían ser de más de 32 Gt para 2020.

Vamos a sopesar un momento algunos de los argumentos y las tendencias que configuran el actual debate sobre la energía:

China, el país que cuenta con el 20% de la población mundial pero carece de petróleo, ha cerrado acuerdos de importación de crudo con países africanos y negocia con Rusia la construcción de nuevos oleoductos y gaseoductos, mientras contrata suministros nucleares con firmas anglosajonas y rusas, intensifica la explotación de sus reservas de carbón, culmina la macropresa de las Tres Gargantas y desarrolla un amplio programa de energía eólica.


La Comunidad Europea se plantea reducir sus emisiones de GEI para el año 2020 al menos en un 20%.
A tal fin, ha de aumentar su eficiencia energética y conseguir que el 20% de su consumo de energía se nutra de renovables.

 

El Gobierno Federal de EE. UU. incentiva con ayudas fiscales la producción de bioetanol y biodiésel- y Gobiernos de los Estados Federados aprueban medidas concretas contra el cambio climático que obligan a las utilitys – empresas suministradoras de energía eléctrica – a generar parte de su oferta mediante sistemas renovables. Pero el consumo per cápita de energía en ese país se incrementó un 38% entre 1989 y 2004, y ha seguido creciendo desde el año 2008 al 2012.

 

Los países empobrecidos ven peligrar su seguridad alimentaria y reclaman transferencias tecnológicas a los países industrializados para avanzar en el aprovechamiento energético de la radiación solar, el viento y el agua, al tiempo que reclaman compensaciones para no deforestar y apoyo para repoblaciones forestales que frenen la desertificación y vuelvan a generar biomasa disponible. No en vano, cada día cerca de 100.000 personas mueren de hambre o de sus consecuencias en todo el mundo, mientras que 852 millones están subalimentadas de manera crónica. El 70 % de los grupos que sufren de hambre viven en zonas rurales de países subdesarrollados, algo a lo que hay que poner medida.

 Los Gobiernos de los países exportadores de petróleo y gas, y los operadores e intermediarios de estos recursos, ven crecer sus ingresos y cifras de negocio, con el barril por encima de los 100 $ (118 $ en 2013), y una demanda que no decae. Finalmente, nadie discute la necesidad de un mejor uso de la energía en las sociedades industrializadas, así como de reducir su intensidad energética; Sin embargo, el consumo en los países de la OCDE crece de manera continuada en los últimos 25 años.