Diez implicaciones de la sostenibilidad (II): de orden ético

En los países de la OCDE, la esperanza de vida al nacer alcanza los 78,3 años de media, frente a la media mundial de 68,1.
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La aceptación del bienestar

En los países de la OCDE, la esperanza de vida al nacer alcanza los 78,3 años de media, frente a una media mundial de 68,1; en Australia, uno de los países donde más se prolonga la longevidad, llega a los 80,9.

Parece cierto que las expectativas de más y más nivel de vida crean una insatisfacción económica que no se corresponde con una realidad que se ha transformado muy favorablemente en las últimas décadas: el PIB per cápita de Australia se incrementó, en el período 1994/2005, un 64% y de Estados Unidos, un 58%, y los datos siguen aumentando en el año 2012, lo que preve que siga siendo así en 2013. Unas expectativas que, además, no parecen compatibles con la sostenibilidad global de un planeta con más de 6.500 millones de habitantes.

Frente a la acumulación material que hace crecer la huella ecológica y nos hace más dependientes, la calidad de vida conjuga la suficiencia de recursos materiales privados y:

 

La disponibilidad de recursos públicos.

Las relaciones interpersonales satisfactorias.

Una comprensión integrada de la complejidad del mundo en que vivimos.

La calma espiritual y la aceptación de la diversidad.

 

El derroche, la sobreabundancia y la saturación consumista conducen a la búsqueda de la hiperseguridad material. Frente a ellos, la suficiencia y la aceptación del bienestar contribuyen a configurar experiencias de vida ética que aminoran la necesidad acumular.

El reconocimiento de límites

Existen límites de carácter subjetivo, y por parte de los objetivos, los recursos materiales de la Tierra son finitos; los ciclos de reposición de la naturaleza, largos; la Biosfera tiene sobrepasada con creces su capacidad de carga y los sumideros - mares, océanos y bosques – no dan abasto para depurar emisiones contaminantes.

Por tanto hay que innovar, desarrollar y aplicar transformaciones asumibles por el medio físico y el entorno social. Entonces, su función deja de consistir en establecer prohibiciones y pasa a ser la de ordenar las recombinaciones basándonos en un principio de precaución y previsión.

 

Principio de precaución

Toda acción humana, individual o colectiva, es susceptible de producir costes sociales y ambientales indeseados y/o imprevistos, que es preciso estudiar, prevenir, minimizar, reponer o internalizar. Cuando la reposición o la internalización no son factibles y los impactos y afecciones resultarían irreversibles y/o inasumibles, sólo quedan la renuncia, la reflexión y la investigación hasta dar con alternativas viables.

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