La Recuperación Verde es el camino para salir de la crisis económica y climática

Las medidas que tomemos para responder a la pandemia COVID-19 determinarán el presente y futuro del planeta que habitaremos. Salir de la actual crisis económica y climática pasa, necesariamente, por una Recuperación Verde.
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Durante los meses de encierro por la pandemia COVID-19, parecía que el mundo se había detenido. Las calles y los parques de las ciudades estaban desiertos, por las carreteras apenas circulaban vehículos y muchas empresas tuvieron que pausar su actividad durante un tiempo.  El confinamiento ofrecería algunas imágenes sin precedentes de ciudades sin contaminación, como Venecia o Bangkok.

La pandemia fue la señal de stop que hizo que el frenético ritmo de producción y movimiento al que teníamos acostumbrado al planeta se frenase. Sin embargo, el que sí ha seguido avanzando es el cambio climático, demostrando ser persistente y peligroso. Debemos tener en cuenta que combatir el cambio climático y la crisis pos-COVID requieren de una hoja de ruta común y una Recuperación Verde.

Descubre cómo combatir la crisis económica y climática en este vídeo

Según el informe United in Science, las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera registran niveles sin precedentes y no dejan de aumentar por encima de las 410 partes por millón durante la primera mitad de 2020. Tras una reducción transitoria fruto de las medidas de confinamiento y la ralentización económica, con disminuciones hasta un 17% con respecto al 2019, las emisiones están retomando su senda previa a la pandemia. La Organización Meteorológica Mundial estima que la reducción a final de año no superará un 7%.

Añadida a la sensación de oportunidad perdida de acelerar la mitigación del cambio climático, llegamos a finales del año 2020 con el pánico de una segunda ola de contagios y el impacto de las medidas de restricción en la actividad económica. Por tanto, nos encontramos con tres crisis que gestionar. Sin embargo, no son pocas las voces que apuestas por una reconstrucción de la economía que reconcilie nuestra salud con la del planeta.

Estamos hablando de lo que ya se conoce como la Recuperación Verde. Los gobiernos invertirán más de 10 billones de dólares americanos para reactivar sus economías durante los próximos años. Si estos paquetes de estímulo masivos se gastan bien, al representar entre el 10% y el 30% del PIB de varias economías del G20, presentan una oportunidad única para lograr una recuperación económica justa y resiliente, que evite un cambio climático descontrolado y el colapso de los ecosistemas.

 

En qué consiste la Recuperación Verde

Antes de seguir, veamos de qué trata la Recuperación Verde. Partimos del día 11 de diciembre de 2019. Ese día Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, presentó el Green Deal o Pacto Verde de la UE, la hoja de ruta para hacer sostenible la economía de la Unión Europea.

Tras uno meses iniciales de 2020, de priorización de temas sanitarios y económicos en respuesta a la pandemia, un movimiento europeo impulsó un compromiso para promover una recuperación enfocada en la sostenibilidad. Tal y como recoge el manifiesto de esta iniciativa, se aboga por la movilización de paquetes de inversión verde, para “preparar nuestras economías para el mundo de mañana”. En la línea del desarrollo sostenible, sabemos que las energías renovables serán el motor que mueva el mundo tras la pandemia.

Es un plan ambicioso para luchar contra el cambio climático con 50 medidas concretas de acción y un gran objetivo final: que Europa alcance la neutralidad en carbono en el año 2050, desligando el crecimiento económico del uso de recursos del planeta, y reducir las emisiones hasta al menos 55% en los próximos 10 años (el objetivo fijado anteriormente era de un 40%). Para llevarlo a cabo, el 4 de marzo de 2020 fue propuesta una Ley Europea del Clima que ayudaría a convertir el acuerdo político en una obligación legal y un detonante para la inversión.

 

Un compromiso global

Pero la Recuperación Verde ha traspasado las fronteras del continente europeo. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha lanzado una potente campaña como la iniciativa del Secretario General de la ONU António Guterres, que pide alinear los programas de estímulo económico con los objetivos climáticos y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha prometido medidas de estabilidad fiscal, monetaria y financiera para facilitar un rápido retorno, a través de la Recuperación Verde, a un crecimiento fuerte, sostenible, equilibrado e inclusivo.

Países como Indonesia ya está integrando el crecimiento con bajas emisiones de carbono en su plan de desarrollo económico 2020-2024. Chile presentó recientemente su Contribución Determinada a Nivel Nacional revisada, reconociendo los beneficios sociales y económicos que mejorarán los medios de vida después de la pandemia. Las recientes elecciones parlamentarias de Corea del Sur han fortalecido la agenda del Green New Deal del país, y el gobierno se ha comprometido a alcanzar emisiones netas cero para 2050.

 

El camino hacia la nueva normalidad es la Recuperación Verde

Si hay algo que está quedando claro es que no volveremos a la normalidad. O al menos no a la que estábamos acostumbrados antes de la pandemia COVID-19. Es el momento de invertir en un crecimiento resiliente y con bajas emisiones de carbono. Como afirma Angel Gurría, Secretario General de la OCDE , debemos alinear los paquetes de estímulo con políticas ambiciosas que aborden el cambio climático, el daño ambiental y las desigualdades sociales. La senda hacia esa nueva normalidad tras la pandemia debe pasar por la Recuperación Verde y la apuesta clara por el desarrollo sostenible.

 

El papel de las energías renovables en la Recuperación Verde

Estudios, como el publicado por Agencia Internacional de Energía Renovable, son claros en sus conclusiones. La recuperación verde puede cumplir con los objetivos económicos y climáticos al mismo tiempo y generará más empleo. Según el informe, invertir en energía renovable generaría ganancias globales en el PIB de 98 billones de dólares, cuadruplicaría el número de empleos en el sector a 42 millones en los próximos 30 años, y mejoraría de manera considerable los indicadores globales de salud y bienestar. Eso sin contar con que reduciría las emisiones de dióxido de carbono de la industria energética en un 70% para 2050 al reemplazar los combustibles fósiles.

Construyendo la Recuperación Verde

La inversión en infraestructura sostenible también es una oportunidad importante para la Recuperación Verde, dado que el 60% de la infraestructura urbana que existirá para 2030 aún no se ha construido. La OCDE calcula que, hasta esa fecha, se necesitarán alrededor de 6,3 billones de dólares de inversión anual en infraestructura relacionada con la energía, el transporte, el agua y las telecomunicaciones para sostener el crecimiento y aumentar el bienestar de la ciudadanía.

En esta inversión hay que ver más allá de las características físicas de la infraestructura, denominada "entorno construido", para ver su complemento con el entorno natural y social. No sólo la infraestructura mejora lo que proporciona la naturaleza, sino que además brinda beneficios sociales abundantes asociados a la educación, empleo, salud, vivienda, cultura, turismo y ocio. El estudio de la Universidad de Oxford revela que por cada millón de dólar invertido en eficiencia energética, genera 7.72 empleos a tiempo completo, comparado con los 2,65 empleos asociados a inversiones en combustibles fósiles.

Si esa inversión fuese un 10% mayor, las nuevas infraestructuras podrían construirse de acuerdo a los criterios climáticos que necesitamos para, entre otras cosas, conseguir limitar el aumento de las temperaturas a 1,5 ° C, tal y como recomienda el IPCC. Son datos y evidencias que pueden informar la manera que concebimos en adelante la inversión en edificación o movilidad urbana.

 

Invertir en la Recuperación verde para salir de la crisis

La fiscalidad medioambiental tendrá un papel muy importante en la Recuperación Verde, ya que recauda fondos para inversiones ecológicas y al mismo tiempo desincentiva las actividades nocivas. El sistema fiscal debería apoyar activamente a los sectores verdes, mientras que los contaminadores deberían asumir el costo del daño ambiental.

Otro desafío para conseguir una Recuperación Verde es movilizar la inversión privada hacia proyectos que apoyen una economía descarbonizada, sostenible y resiliente. Para facilitar esto, los gobiernos pueden proporcionar definiciones más precisas y coherentes de qué inversiones son “verdes” e incentivar al sector financiero a que el capital fluya hacia las inversiones que realmente respondan a las necesidades de la agenda sostenible.

La taxonomía de la UE para las finanzas sostenibles es un avance importante en este sentido. Esta herramienta ayudará a que los distintos agentes financieros (fondos y patrimonios, inversores institucionales, compañías de seguros, bancos de desarrollo y capital privado, agencias de calificación, entre otros) identifiquen no sólo los riesgos, sino también las oportunidades detrás de la inversión sostenible.

El fin de esta nueva taxonomía es aumentar la confianza en las inversiones verdes y en que éstas cumplan con unos criterios sólidos y transparentes alineados con el Pacto Verde Europeo y los compromisos bajo el Acuerdo de París y los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU. Con la implantación de la taxonomía, cualquier inversor que invierta en empresas y patrimonios que se declaren como verde, podrá saber hasta qué punto lo son.

Lo que hagamos ahora no sólo reconfigurará nuestras economías y sociedades, sino que también establecerá cómo será el futuro de la humanidad en este planeta. Salir de una crisis no tiene por qué ser un preludio para entrar en otra. La Recuperación Verde es la oportunidad para mitigar los efectos del cambio climático y construir una nueva normalidad más sostenible.  

Fuentes: OCDE, IRENA, ONU, United Science, Comisión Europea, FMI, BM, McKinsey