Así es la muralla de árboles con la que China combate la desertificación

El programa de Forestación de los Tres Nortes, iniciado en China hace ya más de cuatro décadas, ha conseguido ganar terreno a la desertificación, erigiendo un cinturón verde que prevé alcanzar los 4.500 kilómetros, una nueva Gran Muralla China, esta vez para combatir los desafíos medioambientales.
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¿Has oído hablar alguna vez de la nueva Gran Muralla China? Su localización se encuentra en las mismas regiones –las estepas y zonas áridas del norte– por las que transcurre parte de la antigua edificación defensiva. Sin embargo, la utilidad de esta nueva muralla, erigida con árboles y vegetación en lugar de piedra, no va a ser la protección militar frente a los pueblos vecinos del norte, sino detener la degradación medioambiental en los desiertos de Gabi, Maowusu y Taklamakan, un nuevo enemigo que amenaza aproximadamente el 27% del territorio chino. Te contamos qué es esto de la Gran Muralla Verde.

¿Qué voy a leer en este artículo?

 

Toda parte del Programa de Forestación de los Tres Nortes (TNAP), iniciado por el Gobierno de China en 1978, y que representa el esfuerzo de reforestación más ambicioso del mundo, al alzar un «muro» de árboles que se extenderá a lo largo de unos 4.500 kilómetros para 2050 por el norte del gigante asiático. Con ello se pretende mitigar la desertificación, contribuir a la captura de carbono y la restauración de los hábitats de la fauna silvestre. Además, el proyecto ha generado millones de puestos de trabajo y dinamizado la economía de zonas rurales, demostrando una vez más la importancia de unir el reto medioambiental con el desarrollo económico y social.

 

La desertificación, uno de los principales retos medioambientales de nuestro tiempo

Naciones Unidas define la desertificación como la degradación de los ecosistemas y de la biodiversidad de las zonas áridas, secas y semisecas, además del avance de las dunas de arena, como consecuencia de la propia actividad humana y agravado por las variaciones climáticas. La considera como uno de los principales retos medioambientales de nuestro tiempo, al alcanzar la degradación de las tierras cultivables un crecimiento acelerado, con un ritmo de entre 30 y 35 veces superior al histórico. El panorama es desolador: el 77% de la tierra es más árido que hace 30 años. 

Entre las principales causas que provocan este fenómeno se encuentra la tala indiscriminada de árboles, el crecimiento urbano descontrolado, la mala gestión de los recursos hídricos, la contaminación del ambiente, suelo y acuíferos, el sobrepastoreo, la agricultura intensiva indiscriminada, el abandono de tierras cultivables o los incendios forestales.

Para tratar de frenar el avance de la desertificación se hace imprescindible controlar todos estos factores. Por ejemplo, diseñar un crecimiento urbano sostenible en las zonas afectadas, promover un uso responsable del suelo y de los recursos hídricos, recurrir a la agricultura ecológica, con cultivos de cobertura y rotación que protejan la fertilidad de las tierras, o fomentar el pastoreo rotativo para permitir la regeneración de la tierra y de la vegetación. Con todo, la adaptación de las actividades humanas ya no es suficiente, pues es necesario trabajar para revertir la situación mediante ambiciosos planes de reforestación. Un ejemplo de ello es el proyecto chino, que muestra el camino a seguir.

 

Alcance y logros del Programa de Forestación de los Tres Nortes (TNAP)

Este ambicioso plan, que ha supuesto en la última década el 25% de la reforestación de todo el planeta –convirtiendo a China no solo en un gigante productivo, sino también en el gigante de la reforestación– ha conseguido hasta el momento la plantación de más de 66.000 millones de árboles y recuperar más de 150.000 kilómetros cuadrados, una superficie superior al todo el territorio de Reino Unido. El cinturón verde chino, que ha superado ya los 3.000 kilómetros de largo, está compuesto por diferentes especies arbóreas resistentes a la aridez, como saxaules, álamos, sauces rojos, cedro salino o fabáceas.

Esta vegetación consigue frenar movimientos de las dunas de arena y actúa como cortavientos para frenar las tormentas de polvo, que rompen el suelo y venían provocando cada año la pérdida o deterioro de 2.300 kilómetros cuadrados de tierras agrícolas, además de arrastrar polvo por todo el país. La reforestación del territorio también ha tenido enormes beneficios para contrarrestar el calentamiento global, pues ha creado un nuevo sumidero de carbono capaz de absorber una parte importante de las emisiones industriales emitidas en los últimos años.

 

Desafíos de la ran muralla verde de China

Aunque el programa ha dado resultados positivos, su impacto en términos globales sigue siendo algo tímido. En la última década el territorio clasificado como desertificado ha pasado del 27,2% al 26,8%. Puesto que el proyecto lleva más de cuatro décadas en funcionamiento, dispone ya de suficientes datos para empezar a revisar aquellos elementos que han producido resultados menos favorables de los esperados e idear mejoras que permitan afrontar estos retos de manera más eficaz en el futuro.

  • En algunas ocasiones, la baja biodiversidad de las plantaciones ha provocado una mayor exposición y vulnerabilidad para afrontar plagas que pueden tener un impacto en una parte importante de la vegetación, como ya ocurrió en Ningxia con la pérdida de más de 1.000 millones de álamos por enfermedad.
  • Otro de los retos que plantea la reforestación de zonas áridas es que, si se da en exceso, puede acabar con la disponibilidad del agua en el suelo, especialmente si no se realiza una gestión óptima e innovadora del agua.
  • La reforestación también puede traer consigo la aparición de problemas que hasta ahora no afectaban a la región, como por ejemplo la proliferación de nuevas alergias, como en el caso del ajenjo, cuyo polen es altamente alergénico.

En todo caso, y aunque el programa ha ido reconduciendo aquellas prácticas menos eficientes a lo largo de estas cuatro décadas, aún queda camino por recorrer. Es necesario introducir mecanismos de revisión y de mejora continua que vayan ajustando los tipos de vegetación y las prácticas de gestión para lograr una mayor eficacia.

 

La inteligencia artificial, una fuente de mejora y nuevas oportunidades

El avance de la tecnología, especialmente de la inteligencia artificial, ha empezado ya a traer consigo innovaciones en el Programa de Forestación de los Tres Nortes:

  • Se ha introducido la automatización de la propia plantación con robots capaces de perforar el suelo, introducir la plántula, regar y compactar la tierra en apenas 5 segundos por árbol.
  • En zonas de difícil acceso, como los acantilados de Yanshan, se ha recurrido al uso de drones para una plantación masiva y precisa.
  • El uso de sensores remotos testea en tiempo real la salud forestal y puede ayudar a predecir posibles riesgos.

 

Ganar terreno a la desertificación requiere esfuerzo y perseverancia 

Gracias a este proyecto, China gana cada año terreno verde y viviente a la aridez. Una vez más, la cultura china muestra su empeño y tenacidad a la hora de erigir grandes empresas humanas que requieren una mirada de largo alcance. Igual que la Gran Muralla China fue erigida durante siglos y siglos de historia, con el esfuerzo de muchísimas generaciones, esta nueva muralla verde va a requerir el compromiso y la perseverancia de las presentes y futuras generaciones.

Los enormes retos requieren también soluciones complejas y adecuadas a su alcance. Una mirada de largo alcance puede redirigir los problemas que una empresa de esta envergadura plantea. Los avances científicos y tecnológicos pueden desde luego contribuir a diseñar soluciones innovadoras. Y cuando la voluntad política, el compromiso de los actores económicos y la participación ciudadana se unen y perduran en el tiempo, pueden ocurrir milagros y lograr una auténtica recuperación de aquello que dábamos por perdido. Esta nueva Gran Muralla China representa una esperanza para salvar el planeta.  

 

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