El desperdicio de comida no supone únicamente un coste económico y social, sino que también influye negativamente en el medio ambiente.
Según la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, por sus siglas en inglés), el 30% de las tierras de cultivo agrícola del mundo producen alimentos que jamás serán consumidos. Esta producción supone, además, el 8% de las emisiones de gases de efecto invernadero.