Claves de la sostenibilidad energética: Suficiencia

Desde un punto de vista educativo, resulta clave formar para la suficiencia en el consumo, un valor susceptible de ser enseñado y aprendido.

 

 

Desde un punto de vista educativo, resulta clave formar para la suficiencia en el consumo, un valor susceptible de ser enseñado y aprendido. A partir de una pregunta: ¿Cuánto es bastante? Se la formulan quienes son conscientes de la necesidad de redefinir la aspiración a un continuo incremento del “nivel de vida”, ante la evidencia:

Biocapacidad limitada.

Desigual distribución de los recursos naturales.

Cambio climático.

Suficiencia no es exceso ni escasez, ni opulencia ni mera subsistencia. No es “Volver a las cuevas y las velas”, como diría alguno, pero tampoco desperdiciar oportunidades ni desaprovechar recursos. Significa capacidad para desprenderse de lo superfluo, no tener necesidad de ciertos grados de acumulación, construir expectativas adaptadas a las posibilidades del medio, asumir cierta austeridad, probablemente auto-imponerse límites.

Suficiencia no es exceso ni escasez

A nivel energético, la suficiencia es el resultado de la interiorización y la práctica de una combinación de factores cuantitativos: disposición de capital adecuado (de la naturaleza, económico para invertir…), utilización apropiada de las mejores tecnologías disponibles; y cualitativos: valores, criterios, competencias…, una combinación que actúa a favor de una vida en armonía con el medio y ecológicamente equilibrada.

Esta aproximación a la idea de suficiencia es válida también para los seres humanos que viven en estadios evolutivos diferentes al standard occidental o cuyas sociedades no se han industrializado. Ellos y ellas también precisan y merecen el capital natural y tecnológico.

Los comportamientos consecuentes a una integración personal del valor de la suficiencia, conllevan menor gasto de energía en el hogar, el trabajo o la escuela. En nuestra sociedad, donde el consumo de los particulares supone más del 30% del total, es perfectamente posible reducirlo sensiblemente y ganando calidad de vida: basta con aprovechar mejor los recursos materiales y personales, alimentarse de manera saludable, evitar desplazamientos prescindibles en coche individual, implementar sistemas de regulación eficientes, etc., etc.

Suficiencia significa disfrutar una vida de calidad sin agotar las posibilidades de continuar disfrutándola en el futuro, sin padecer el hiperconsumismo ni la carencia.

Desde un punto de vista educativo y social, conviene recordar que el cambio de percepciones transforma la opinión y que ésta influye en las decisiones sobre la gestión de los bienes comunes; así mismo, que la configuración de nuevas necesidades colectivas también impulsará la transformación del sistema energético: una masa crítica bastante de ciudadanos,  es un potente vector incentivador del cambio. Ahí, la escuela puede jugar un papel modelizador significativo.