Combatir el cambio climático y la crisis pos-COVID: una hoja de ruta común

Tenemos una oportunidad histórica de apostar por una industria descarbonizada y por infraestructuras sostenibles.
Wind energy on Global Wind Day

Durante estos meses, algunos medios han usado en sus titulares la imagen del cisne negro para referirse a la pandemia del COVID-19 que afecta a la mayoría de países del planeta, una metáfora que describe un evento extremadamente raro, completamente imprevisto y con un enorme impacto.

 

La metáfora del rinoceronte gris

Sin embargo, muchos expertos matizan que la figura adecuada para describir la propagación del coronavirus es otra: para ellos, esta crisis es un “rinoceronte gris”, esto es, una amenaza altamente probable pero descuidada, con un enorme impacto. El término fue acuñado después de la crisis financiera griega por el analista político Michele Wucker. El rinoceronte gris es descrito como un evento obvio, visible, con consecuencias altamente probables y directas.

Esta crisis sanitaria que ha derivado en una crisis económica, reúne todas las características que definen ese rinoceronte gris. Pero, además, las comparte con la otra gran crisis que afecta al planeta: la emergencia climática, que sigue ahí. Por ello, la urgencia de plantarle cara sin demora y de acelerar los planes de mitigación a las consecuencias del cambio climático.

 

Afrontar la crisis pos-COVID y la crisis climática de manera simultánea

Con la pandemia del COVID-19 conduciendo la economía hacia otro posible período de recesión, los gobiernos y la empresa privada tratan de buscar fórmulas que revitalicen la economía e impulsen la creación de empleo. Y en esa planificación, algunos reputados  informes financieros avisan de que las medidas para afrontar esta crisis sanitaria son las mismas que para afrontar la crisis climática.

Los datos de aseguradoras y consultoras bursátiles son reveladores. Los desastres naturales relacionados con el clima le costaron al mundo 150.000 millones de dólares en 2019…, una cifra que, bajo todo pronóstico, crecerá en la próxima década.

Es imprescindible simultanear los objetivos climáticos con los de la recuperación pos-COVID-19. De no hacerlo, se estará trabajando en paliar problemas del pasado con herramientas del pasado y no del futuro. Veamos algunos de los pilares que podrían ser clave para conseguir una recuperación económica sostenible que apueste por el planeta.

 

Energías renovables, una palanca para la recuperación

Según un reciente informe de IRENA, la apuesta en todo el mundo por las energías renovables podría ser un estímulo muy rentable para la reconstrucción económica y al mismo tiempo un impulso a la reducción de emisiones y la lucha contra la crisis climática.

Según el informe, en el escenario más ambicioso, las externalidades positivas para la salud y el medio ambiente serían hasta 8 veces mayores que el coste adicional generado. Pero, además, esta apuesta por la energía limpia aportaría ganancias en el PIB de 98 billones de dólares y se cuadruplicaría el número de empleos.

 

Invertir en movilidad sostenible, invertir en futuro

El transporte limpio es otro de los sectores que más beneficios económicos y medio ambientales podrían generarle al planeta. Invertir en sistemas de movilidad no contaminante crearía empleo, generaría ahorro a largo plazo y reduciría las emisiones.

Las previsiones de APTA, la Asociación Americana de Transporte Público, son de que cada dólar invertido en movilidad sostenible generaría 4 dólares de beneficio en la comunidad.  

 

Otros sectores con un papel determinante

Pero estos no son los únicos sectores que pueden jugar un papel determinante en la recuperación pos-COVID. Dentro del sector energético, la adaptación de edificios a un modelo de energía eficiente puede tener también un enorme crecimiento en cuanto a la generación de empleos.

Además, la inversión en educación y capacitación, en investigación y desarrollo de proyectos sostenibles y la implementación de proyectos de economía circular son vías con un alto potencial para afrontar los retos económicos y climáticos.

Este momento es una oportunidad histórica para apostar por una industria descarbonizada, ya que las decisiones que se tomen ahora darán forma a la economía mundial durante las próximas décadas.

 

Fuentes: Ágora, Investing, FastCompany, FastCompany