La “otra” ventaja de las energías renovables

Frente a la irreversibilidad del cambio climático si no actuamos ya, las renovables son fácilmente reversibles tras cumplir su vida útil.
Wind energy on Global Wind Day

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Ya sabemos que las energías renovables son la clave de una economía descarbonizada. No emiten gases de efecto invernadero, por lo que son esenciales para frenar el calentamiento global. Además, son tan inagotables como el sol, utilizan recursos diseminados por todo el planeta y contribuyen por tanto a reducir la dependencia energética.

Pero junto a estas ventajas ampliamente conocidas, existe otra cualidad muy positiva que pasa más desapercibida, seguramente porque todavía no ha llegado el momento de ponerla en evidencia: las instalaciones renovables son fácilmente reversibles.

Las instalaciones renovables pueden desmantelarse de forma rápida y económica, y permiten devolver el terreno en que se emplazan prácticamente a su estado original. Desmantelar un parque eólico o una planta solar al término de su vida útil, o cuando sea preciso porque vayan a ser sustituidos por otras instalaciones más modernas y eficientes, es técnicamente sencillo, económicamente asumible y ambientalmente sostenible.

Ello contrasta abiertamente con los efectos potencialmente irreversibles de no actuar contra el cambio climático. Por eso, cuando se valora la oportunidad de implantar una central renovable y se evalúa su afección en el entorno, sería interesante no perder de vista que el precio de no hacerlo es abrir la puerta a un cambio climático que será imposible de revertir. Y cuyos efectos en forma de inundaciones, sequías, incendios, pérdida de biodiversidad y de producción agrícola y otros fenómenos adversos serán difícilmente reversibles y se perpetuarán durante varios siglos. 

¿Qué voy a leer en este artículo?

 

Frente a la irreversibilidad del cambio climático, la reversibilidad de las renovables

Las instalaciones de energías renovables, a excepción de la energía hidroeléctrica, que data de finales del siglo XIX, son relativamente recientes. Los primeros parques eólicos o plantas solares comerciales rondan los 30 años y, aunque su vida útil ya se ha comprobado que será mayor de lo que a priori se establecía, puede llegar un momento en el que tengan que ser sustituidas por otras, ya sea por razones estratégicas o por el deterioro de los mecanismos o la tecnología.

Según los expertos, serían los parques eólicos los primeros en experimentar este “relevo generacional” (repowering). Tal y como ocurrió con el parque eólico El Cabrito, el más antiguo de la provincia de Cádiz, que fue renovado 24 años después de su puesta en marcha en 1995 con objeto de mejorar su eficiencia técnica.

La actuación más significativa consistió en la sustitución de 90 aerogeneradores ya obsoletos por 12 unidades, mucho más modernas y eficientes, que conseguían conservar la misma capacidad total (30 MW) e incrementar la producción un 16 %.

 

"Una de las grandes ventajas de las renovables es que son reversibles, pueden desmantelarse sin afectar apenas al entorno en el que estuvieron, en contraste con los efectos irreversibles de no lograr detener el cambio climático".

 

Desmantelar las instalaciones renovables implica muchísimas menos complicaciones logísticas y riesgos para el medio ambiente que el desmantelamiento de centrales nucleares o de carbón. Esto se debe, principalmente, a que no hay residuos radiactivos ni emisiones nocivas, ni intervenciones muy agresivas con el territorio como la que produce una mina de carbón, por ejemplo, asociadas con las energías renovables.

Pero también a que requieren de un tiempo infinitamente inferior al de instalaciones de energías convencionales, pues se trata de equipos eléctricos que se desmontan fácilmente, lo que permite, además, restaurar el terreno de forma mucho más sencilla.  

En el caso de las centrales nucleares, se necesitan al menos 10 años, con un coste económico altísimo, como sucede con la central de Zorita, la nuclear más antigua de España. Además, hay que deshacerse de los residuos nucleares de manera segura, lo que no es ni fácil ni rápido y que, a día de hoy, todavía no ha sido resuelto de forma definitiva

 

 

La transición energética pasa por la valorización, el reciclaje y la reutilización 

La expansión de las energías renovables no tiene freno. En Europa, antes del 2030 el 42,5% de la energía total procederá de fuentes verdes, según el objetivo obligatorio acordado en junio por los ministros de Energía de la UE. Sin embargo, este avance conlleva desafíos aún sin resolver. Europa prohibirá a partir de 2025 acumular en vertederos los aerogeneradores, placas solares y baterías que llegan al fin de su vida útil.

Toca innovar. Energéticas como ACCIONA Energía está abriendo camino en este campo. Realizan una evaluación exhaustiva de los materiales que incorporan en cada proyecto, inventariando la cantidad de hormigón, acero o cobre, entre otros, presentes en cada instalación. A partir de esto, llevan a cabo un estudio para determinar el porcentaje estimado de reciclaje, también conocido como valorización.

Al final de esta década, los desechos derivados de desmantelar las instalaciones de energía renovable, fundamentalmente aerogeneradores y placas fotovoltaicas, se multiplicarán en el viejo continente por 30, según la Agencia Europea del Medio Ambiente (AEMA).

El reciclaje de paneles fotovoltaicos es técnicamente viable. Según la Unión Española Fotovoltaica, los paneles fotovoltaicos presentan altas tasas de reciclado frente a otros residuos electrónicos. Un módulo fotovoltaico está principalmente compuesto de vidrio (78 %), aluminio (10 %), plásticos (7 %) y metales y semiconductores (5 %). Simplemente recuperando el marco de aluminio y el vidrio de la parte delantera se habrá reciclado más del 80 % de su peso.

De manera aproximada, un 90 % de la masa de un aerogenerador es fácilmente reciclable. La torre y el rotor, al ser principalmente metálicos, aunque también hay torres de hormigón, son de un reciclaje relativamente sencillo,

El principal reto parece que está en las palas de los aerogeneradores. Tal y como señalan desde Wind Europe, contienen materiales compuestos complejos: una combinación de fibras reforzadas (generalmente fibras de vidrio o de carbono) y una matriz de polímero. Estos compuestos mejoran el rendimiento de los aerogeneradores. Permiten palas más ligeras y largas con una aerodinámica optimizada. Pero su configuración también plantea desafíos para el reciclaje.

Ya se están desarrollando algunas tecnologías para reciclar las palas. Uno de los proyectos más prometedores relacionados con desmantelar las instalaciones de energía renovable se ha llevado a cabo en el complejo fotovoltaico Extremadura I-II-III situado en Badajoz. Allí se han transformado estos compuestos en un polvo micronizado con el que se han construido cuatro vigas que sustituyen los soportes galvanizados que sustentan los paneles fotovoltaicos. Un enfoque zero-waste que, además, utiliza la materia prima para seguir generando energía renovable. Puedes leer aquí más sobre este proceso o verlo en este vídeo:

 

 

Economía circular aplicada a los residuos de las energías renovables

Las instalaciones de energías renovables tienen una vida útil de varias décadas durante las cuales no generan residuos. Esa es, precisamente, una de las características principales de estas fuentes de energía. Pero existen una cantidad de desechos derivados de procesos como la instalación, el transporte, la limpieza y el mantenimiento que se deben gestionar de acuerdo a la economía circular para incrementar aún más la sostenibilidad de estas instalaciones.

ACCIONA Energía recicla el 98,2 % de los residuos que genera. Una cifra que abarca los desechos generados en todas las etapas del ciclo de vida de los proyectos, desde su inicio hasta su fin. Lo que incluye, por ejemplo, las cajas de madera que se usan en el empaquetado de los paneles u otros materiales antes de ser instalados. Una vez que han cumplido con su función, se recicla la madera para crear mobiliario urbano, como bancos para las comunidades cercanas.

También está el caso de las instalaciones hidroeléctricas, que durante la generación de energía apenas producen algún tipo de desperdicio. Los únicos desechos con los que cuentan provienen del cambio de aceite de los motores o de los trapos utilizados en el mantenimiento o la limpieza (incluidos en ese 1,8 % que no es posible reciclar).

Según la compañía, la mayor parte de los residuos que generan (entre el 70 y el 80%) provienen de las plantas de biomasa, de la combustión de la paja que produce escoria y cenizas. Afortunadamente, se trata de materiales que pueden ser reciclados en su totalidad.

La sostenibilidad forma parte del ADN de las energías renovables. Desmantelar y gestionar de forma adecuada sus residuos, en base a los principios de la economía circular, es una oportunidad de reducir aún más nuestro impacto en el planeta.

 

Fuentes: