Día Mundial de la Bicicleta 2025: más allá del deporte, un motor de cambio

No hace ruido. No contamina. Mejora tu salud. Y transforma las ciudades. Este 3 de junio celebramos que moverse sobre dos ruedas es mucho más que una elección de transporte.
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En pleno 2025, hablar de bicicletas ya no significa solo deporte, ocio o infancia. Es hablar de bienestar, calidad de vida y de un entorno más habitable. Te contamos por qué el Día Mundial de la Bicicleta —que se celebra cada 3 de junio desde que fue proclamado por la ONU en 2018— se ha convertido en mucho más que una efeméride simbólica: es un motor de transformación social.

¿Qué voy a leer en este artículo?

 

Del podio a la calle: la bicicleta como motor de transformación

Durante décadas, la bicicleta ha ocupado un lugar discreto en el ecosistema urbano, relegada a los fines de semana o al ocio infantil. Sin embargo, en los últimos años ha ganado protagonismo como alternativa real al vehículo privado en los desplazamientos cotidianos.

El crecimiento del mercado global de bicicletas —con una tasa anual del 9,6%— responde al auge del ciclismo como medio de transporte sostenible, a la creciente preocupación por la salud y el medio ambiente, y a las inversiones públicas en infraestructuras ciclistas, especialmente en regiones como Asia-Pacífico. Se estima que el parque global de bicicletas, que rondaba los 2.000 millones en 2015, podría alcanzar los 5.000 millones en 2050.

Ciudades como Copenhague, Oslo y Ámsterdam han liderado este cambio, apostando por infraestructuras ciclistas seguras, redes conectadas y campañas de sensibilización. Y no están solas: cada vez son más los lugares que entienden que la movilidad sostenible no es una moda, sino una necesidad.

El arquitecto y urbanista danés Jan Gehl, referente mundial en el diseño de ciudades centradas en las personas, aboga por transformar los espacios grises de las urbes en lugares vivos y habitables impulsando la movilidad activa, donde la bicicleta ocupa un lugar clave. Para Gehl, el diseño urbano debe favorecer los desplazamientos a pie o en bicicleta como forma de recuperar el espacio público, reducir el impacto ambiental y mejorar la vida cotidiana. Lo resumió así: “Hacer ciudades mejores para las personas también las hace mejores para todos los demás.”

Una herramienta contra la crisis climática

El transporte representa casi una cuarta parte de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, y buena parte de esas emisiones proceden de los vehículos privados. Frente a este dato, la bicicleta emerge como una solución accesible y eficaz.

Un estudio del Instituto de Salud Global de Barcelona reveló que, si todas las personas que viven en ciudades europeas usaran la bici como en Copenhague, se evitarían más de 10.000 muertes prematuras al año y se reducirían significativamente las emisiones de CO₂.

Además, el auge de la bicicleta eléctrica ha permitido ampliar su uso a nuevas franjas de edad, personas con movilidad reducida y trayectos más largos o exigentes. La movilidad activa ya no es exclusiva de los más jóvenes o los deportistas.

 

Las ciudades del futuro se pedalean

La bicicleta no es una solución aislada. Para que funcione, debe integrarse en una visión de ciudad más amplia, que apueste por infraestructuras adecuadas y seguras y cambios en la normativa que prioricen la movilidad sostenible.

Eso implica:

  • Carriles bici conectados, protegidos y bien mantenidos.
  • Intersecciones seguras y visibles para peatones y ciclistas.
  • Aparcamientos cubiertos, especialmente en estaciones de transporte público y centros educativos.
  • Normativas que fomenten la convivencia entre peatones, bicis y vehículos motorizados.
  • Y, por supuesto, un cambio cultural: dejar de ver al ciclista como un estorbo o un “aventurero urbano” y empezar a entenderlo como parte clave de la solución.

Pedalear es también un gesto cultural

Más allá de su funcionalidad, la bicicleta representa una forma distinta de estar en el mundo. Pedalear es mirar con otros ojos la ciudad, conectar de manera directa y cercana con el entorno, recuperar el ritmo del cuerpo. Es un símbolo de autonomía, un vehículo de socialización, una herramienta educativa… y también una forma de volver a disfrutar del trayecto, no solo del destino.

Hoy, en pleno 2025, sigue la bicicleta se ha convertido en un símbolo de transformación social y cultural. Cada pedalada es una apuesta por construir entornos urbanos sostenibles donde la calidad de vida constituye una prioridad.

Este Día Mundial de la Bicicleta, recuerda: el cambio empieza a dos ruedas.