La cultura de la Antigua Grecia (1200 a. C. - 146 a. C.) mantenía una actitud cosmocéntrica del universo y situaba al ser humano como una realidad más dentro de su propio entorno, del que recibía sus leyes y a la que debía someterse. Su actitud ante ella era reverencial.
Con frecuencia los grandes pensadores y filósofos griegos referenciaban la naturaleza en sus escritos y diálogos, como en el caso de este proverbio cuya autoría es desconocida. Sin embargo, permite hacernos entender su concepción de solidaridad y altruismo y de que todos los individuos forman un ente indivisible junto con la naturaleza.
