Una educación para el desarrollo sostenible

La Educación para el Desarrollo Sostenible invita a la innovación, a proyectar una mirada esclarecedora sobre ciertos aspectos de la organización escolar.

La Educación para el Desarrollo Sostenible invita a la innovación, a proyectar una mirada esclarecedora sobre ciertos aspectos de la organización escolar, de las programaciones y las metodologías didácticas, para: propiciar procesos de enseñanza-aprendizaje ambientalmente significativos; favorecer la aplicabilidad de los conocimientos; potenciar la formación de valores de responsabilidad en el manejo de los recursos y de respeto a la diversidad.

Rasgos de una educación para el desarrollo sostenible

Vamos a señalar distintos rasgos de una educación para la sostenibilidad, relacionados con: los contenidos y las metodologías; el tratamiento de la diversidad; la ética y los valores; y el ambiente escolar.

Desde la EDS, la mirada de la educación ambiental se extiende desde las clásicas “4R” – reciclaje, reducción, reutilización, recuperación -, hasta las “6R”: revalorización - aprovechamiento de los recursos -; redistribución – equidad -; y relaciones – clima relacional, vínculos con el entorno y la biodiversidad -.

 

Una educación para el desarrollo sostenible

Dentro de los contenidos de esta educación, importante es destacar: actuar contra el cambio climático, (el reconocimiento de las causas antropógenas del cambio climático y de su escala global se ha abierto camino durante un largo proceso con hechos relevantes como la firma del Protocolo de Kyoto, en 1997, y la concesión del Premio Nóbel de la Paz 2007 al Panel Internacional sobre Cambio Climático), apoyar los Objetivos del Milenio de Naciones Unidas (estos objetivos evidencian al dilema socio-ambiental en el que está sumida la humanidad, nombrando sus más graves manifestaciones: la Declaración del Milenio de la Asamblea General de Naciones Unidas, de septiembre de 2000, suscrita por 189 Estados, fijó ocho asuntos en los que era precisa la acción urgente para alcanzar estabilidad y equilibrio en un mundo en acusada situación de insostenibilidad, entre ellos la lucha contra el hambre y la pobreza, garantizar la sostenibilidad ambiental, erradicar la mortandad infantil y conseguir una educación primaria universal o combatir enfermedades graves como el VIH o el paludismo).

Y por último es importante educar en el civismo (la Convención de Derechos del niño, de 1989, y el respeto de las diferencias de género, etnia, creencia o estilo de vida, son contenidos abordables por la escuela).