La maquinaria de la postergación, el nuevo negacionismo del cambio climático

El negacionismo del cambio climático pasa de rechazar la evidencia científica a esquivar la urgencia de tomar medidas que frenen el calentamiento global.
Wind energy on Global Wind Day

Según avanza la conversación pública sobre la crisis climática, también evoluciona la sofisticación de los argumentos empleados para minimizar o aplazar la necesidad de actuar frente a ella por parte de algunos. Los negacionistas del cambio climático pasan de rechazarlo a aplazar su urgencia. Son los conocidos como “retardistas” y para ellos las medidas que ayuden a mitigar el aumento global de las temperaturas pueden esperar, un discurso de desinformación que caracteriza a la nueva maquinaria de la postergación climática.

¿Qué voy a leer en este artículo?

 

Los “retardistas” y su negacionismo del cambio climático

El negacionismo pierde contra una abrumadora evidencia científica que nos señala el efecto del calentamiento global de nuestro planeta. Pero no desaparece, sino que se transforma. Es raro ver a alguien negando en público el cambio climático, sobre todo entre quienes tienen la posibilidad de poner en marcha las acciones oportunas para mitigarlo. Hablamos de empresas, instituciones o líderes políticos. Ahora el peligro está en quienes tratan de posponer y obstaculizar las medidas destinadas a frenar sus efectos. Los medios ya los han bautizado como “retardistas.

 

            “Tratan de posponer y obstaculizar las medidas destinadas a frenar los efectos del cambio climático”.

 

La política estadounidense Alexandria Ocasio-Cortez se refería a ellos en 2019 como climate delayers. Personas que aparentemente aceptan que hay que hacer algo con el cambio climático, pero que no parecen entender su urgencia.

El problema es que no se trata de un grupo de gente que discute en internet sobre la veracidad o no del cambio climático. Se trata de personas, organizaciones y Gobiernos que quieren impedir una transición que, por otra parte, no puede demorarse más en el tiempo.

 

Los 4 enfoques del discurso “retardista”

Los argumentos más comunes de la maquinaria de la postergación ya están implantados en el discurso social con el peligro de obstruir la puesta en marcha de medidas capaces de hacer realidad la transición energética y la mitigación del cambio climático. Protagonizan los debates sobre qué se debe hacer, con qué rapidez, quién tiene la responsabilidad y cuáles son los costes y los beneficios.

Según una investigación de la Universidad de Cambridge, los discursos sobre el retraso climático pueden agruparse en 4 categorías:

  • Discursos que redirigen la responsabilidad. ¿Quién debe tomar medidas para mitigar el cambio climático? ¿Las personas individuales o las empresas? ¿Los países que más contaminan o todos? Este tipo de debates tratan de evitar el desafío real de construir una respuesta justa e integral al cambio climático.

 

“La maquinaria de la postergación climática argumenta que ahora hay problemas más urgentes de los que ocuparse.”

 

  • Impulsar soluciones no transformadoras. Son declaraciones que promueven soluciones ineficaces y, por lo tanto, desvían la atención de medidas más sustanciales y realmente útiles. El optimismo tecnológico es un excelente ejemplo, ya que sostiene que el progreso tecnológico traerá rápidamente reducciones de emisiones en el futuro.
  • Enfatizar las desventajas de las políticas climáticas: y dar a entender que estas conllevan una carga aún mayor para la sociedad que las consecuencias de la inacción. Hablamos, por ejemplo, de los posibles efectos sobre el empleo, el consumo, la economía en general y los estilos de vida actuales. Cuando, como ya vimos en este artículo, una inversión en una economía regenerativa sería indudablemente más beneficioso a nivel social y medioambiental.
  • Rendirse porque ya es demasiado tarde. “Ya no hay tiempo” o “es imposible”. Como si cualquier acción que tomemos fuese demasiado pequeña o llegase demasiado tarde. Este tipo de argumentos niega la capacidad de las sociedades para organizar grandes transformaciones socioeconómicas.

Todo esto sin contar con el contexto generado por la guerra de Ucrania, la inflación en la mayor parte del mundo y la crisis energética, un escenario con el que la maquinaria de la postergación climática argumenta que ahora hay problemas más urgentes de los que ocuparse que del calentamiento del planeta, el cuidado de los mares o la protección de la biodiversidad.

 

Sin tiempo para “retardistas”

El IPPC ya lo dejó claro en su sexto informe de evaluación. El cambio climático es real, la acción humana es su principal responsable y es necesario poner en marcha medidas para limitar el ascenso de las temperaturas de forma inmediata.

La temperatura de la Tierra es 1,2 ºC superior a la época preindustrial. Y lo que está por venir no es mejor. La Organización Meteorológica Mundial afirma que hay un 50 % de probabilidades de que en los próximos cinco años superemos ese 1,5 °C.

El rápido calentamiento global está afectando la vida y los medios de subsistencia de millones de personas. Una situación cuyas consecuencias solo pueden ir a peor si no emprendemos las acciones necesarias. La crisis climática agravará las amenazas sociales, económicas y ambientales.

La transición energética es inaplazable. Es el momento de dejar atrás el sistema clásico de los combustibles fósiles e impulsar las energías renovables y combustibles limpios como el hidrógeno verde. No hay tiempo para cualquier forma de negacionismo del cambio climático ni para titubeos.

 

Fuentes: