Es ligero, almacenable y emite agua como único residuo. ¿Aún tienes dudas sobre el potencial del hidrógeno verde y su papel en la transición energética? Te traemos las respuestas a esas preguntas que todavía puedes tener en la cabeza. ¡Sigue leyendo!
No, a diferencia del sol, el viento o el agua, el hidrógeno no es una fuente de energía primaria. Es, más bien, un vector energético. ¿Qué quiere decir esto? Que el hidrógeno es un elemento que necesita energía para ser producido y que, posteriormente, esa energía será liberada cuando empleemos el hidrógeno. Por eso se dice también que el hidrógeno sirve para almacenar energía.
El hidrógeno verde tiene un papel fundamental en la descarbonización de sectores y aplicaciones de difícil electrificación. En este sentido, la movilidad es una de las principales, ya que el hidrógeno verde funciona como un combustible que emite agua como único residuo. También se usa en la industria química, en la petroquímica y en la siderúrgica, industrias donde la reducción de emisiones de CO2 tiene ambiciosos objetivos. Además, se está desarrollando su uso doméstico para aportar electricidad y calor.
El hidrógeno verde se enfrenta a barreras que dificultan su contribución total a la transformación energética. Los obstáculos incluyen los retos en su almacenamiento y transporte (asociados a su baja densidad energética), la falta de infraestructura así como el coste de producción. Tal y como señala IRENA, el hidrógeno verde en 2019 seguía siendo hasta tres veces más caro que el hidrógeno gris. Además, es necesario asegurar su sostenibilidad y garantizar que su producción corresponde a fuentes 100% renovables.
Hoy en día, el hidrógeno verde no es rentable. Según la Comisión Europea, los costes estimados actuales son entre 2 y 3 veces superiores al hidrógeno producido por combustibles fósiles.
Sin embargo, hay espacio para el optimismo. El coste de los electrolizadores ya se ha reducido en un 60% en los últimos diez años (más de un 40% en los últimos cinco) y se espera que se reduzca a la mitad en 2030. Además, la caída progresiva en los precios de las energías renovables, la generación distribuida y dedicada, también hará descender el precio del hidrógeno verde. Según las previsiones de Europa, ambos factores harán que el hidrógeno verde pueda competir con el hidrógeno de origen fósil en menos de una década.
La separación del hidrógeno del agua se realiza mediante la electrolisis. La electrolisis del agua consiste en descomponer el agua en dos moléculas de hidrógeno (H2) y una de oxígeno, a través de una corriente eléctrica continua, la cual se suministra por medio de una fuente de alimentación, ya sea una pila o batería y que se conecta a través de electrodos al agua.
Actualmente, contamos con distintas tecnologías que nos permiten obtener hidrógeno. Pero no todas son sostenibles. Para saber el impacto que tienen y las emisiones que generan se ha establecido un código de color que diferencia entre cuatro tipos:
- Hidrógeno gris: se produce con combustibles fósiles y conlleva importantes emisiones de CO2.
- Hidrógeno azul: se produce por combustibles fósiles con tecnologías de captura y almacenamiento de carbono (menos contaminante que el gris).
- Hidrógeno verde: producido a partir de energía renovable, es la más adecuada para una transición energética totalmente sostenible.