La función social como modelo de negocio

La dimensión social de la sostenibilidad empresarial gana protagonismo. Ya no se trata de evitar daños, sino de generar valor real en las personas y las comunidades. Hablamos de ello.
alt-img-sociedad-positiva

Sobre el autor

Durante años, la sostenibilidad empresarial ha estado regida por las dimensiones ambiental y de gobernanza, mientras que la “S” de los criterios ESG (Ambientales, Sociales y de Gobernanza) —relacionada con el impacto de las empresas en las personas y comunidades— ha quedado en un segundo plano. Este escenario está cambiando gracias a una nueva visión corporativa: la función social como parte fundamental de los proyectos. Ya no se trata solo de mitigar impactos negativos, sino de generar valor real y medible en las personas y en las comunidades donde se desarrollan.

¿Qué voy a leer en este artículo?

 

Hace ya décadas que el concepto de Responsabilidad Social Corporativa (RSC) comenzó su andadura en el mundo empresarial. Desde entonces, cada día más organizaciones privadas desarrollan programas orientados a gestionar con mayor responsabilidad sus impactos no solo económicos, sino también sociales y medioambientales.

La paternidad de la RSC se atribuye al economista estadounidense Howard R. Bowen, que en 1953 acuñó el término Social Responsability of a Businessman. El economista creó, a la par que el término, una fundación para que ejecutivos empresariales comenzaran a tomar en consideración la responsabilidad social en el diseño de sus estrategias. Tales comienzos se vieron de alguna manera forzados por la presión social que sufrían las empresas para desarrollar sus acciones de una forma ética y responsable. Una presión que provocó que muchas compañías emprendieran acciones puramente filantrópicas para mejorar su imagen externa. Los programas de voluntariado empresarial y las donaciones económicas a organizaciones del tercer sector se multiplicaron.

 

De la filantropía empresarial a la estrategia sostenible

Ya a finales del siglo pasado, el concepto de RSC comenzó a experimentar cambios necesarios, motivados por el crecimiento de los desafíos sociales y medioambientales a nivel global. Fue entonces cuando se introdujo con fuerza el término sostenibilidad, que amplió la mirada empresarial más allá de lo reputacional, abarcando de forma integrada los aspectos económicos, sociales y ambientales. Este enfoque trajo consigo la aparición de los primeros marcos internacionales de reporte y evaluación, como la Global Reporting Initiative (GRI), que propusieron criterios estandarizados para medir y comunicar el desempeño sostenible de las empresas

Este cambio de paradigma ha provocado que los directivos de la gran mayoría de entidades privadas comiencen a reordenar sus políticas hacia la sostenibilidad empresarial, incorporando a sus líneas de actuación lo que se conoce como criterios ESG (Environmental, Social and Governance) como herramienta para el análisis financiero y la toma de decisiones de inversión.

 

Criterios ESG: estándares globales para la sostenibilidad

La gestión de los recursos naturales y el impacto en el cambio climático, la defensa de los derechos humanos respetando, en el entorno laboral y en las relaciones comerciales, la diversidad, la inclusión y la igualdad, así como la transparencia en la toma de decisiones, desarrolladas de manera colectiva, son criterios ESG que ya forman parte de numerosas estrategias empresariales y son indicadores clave en los procesos de evaluación de riesgos y rentabilidad.

La propia Organización de las Naciones Unidas, en su desarrollo del Pacto Mundial publicó, con motivo del octavo aniversario de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), un estudio en que se reflexionaba sobre la positiva repercusión en la cuenta de resultados del compromiso empresarial con la sociedad y el medio ambiente. La adopción de planes empresariales en línea con los ODS y los principios de la Agenda 2030 se revela como pilar básico de un nuevo modelo de negocio no sólo comprometido sino también rentable.

 

Apostar por la “S” de ESG: la función social de las empresas

Hoy en día, algunas empresas con una mayor proyección internacional, incorporan desde el inicio de sus proyectos la evaluación de los posibles riesgos sociales, ambientales y económicos asociados a su actividad. Este enfoque preventivo permite identificar con antelación factores críticos como la ubicación del proyecto, la presencia de comunidades vulnerables, la posible conflictividad social o el impacto sobre el entorno. Al comprender estas realidades desde las etapas más tempranas, es posible diseñar planes de acción social adaptados al contexto, que no solo mitiguen impactos negativos, sino que generen oportunidades reales de desarrollo para las comunidades locales. De este modo, las empresas asumen un papel activo en la transformación positiva del entorno, consolidándose como agentes de cohesión, inclusión y regeneración social.

En este aspecto, cualquier proyecto empresarial que impacte directamente en una comunidad debe considerar las características demográficas, económicas, educativas, de salud y de acceso a los servicios básicos de la misma, así como su entorno medioambiental. Esto permitirá un diálogo directo con dicha comunidad que logre implantar medidas que mejoren su bienestar.

Un ejemplo paradigmático de del desarrollo de la función social de las empresas es la construcción de la Línea 6 del Metro de São Paulo, en Brasil. Este proyecto de infraestructuras público-privado está desarrollando una nueva línea de metro que, se estima, será utilizada por 633.000 pasajeros cada día. Para gestionar óptimamente el impacto social de dicha construcción y potenciar las oportunidades sociales, la compañía responsable de la construcción ha puesto en marcha diferentes proyectos orientados a aumentar la contratación femenina, la empleabilidad juvenil o promover la sensibilización medioambiental, entre otros objetivos.

Para lograrlo, la compañía ha estado en contacto directo con las comunidades, lo que ha permitido el desarrollo de iniciativas como ACCIONA por ellas, enfocada a la capacitación y formación de mujeres en situación de vulnerabilidad en alianza con ONGs locales, o ACCIONA en las Escuelas, donde profesionales de la empresa comparten sus conocimientos con los centros escolares del área de influencia del proyecto, incluso desarrollando programas de acompañamiento a jóvenes en la entrada al mundo profesional. Además, desarrolla proyectos paralelos que favorecen el desarrollo educativo de jóvenes de áreas periféricas y reducen el impacto ambiental de las obras mediante la reforestación, el reciclaje y la reutilización.

 

La idea de dejar un saldo positivo de bienestar en la sociedad

Sin duda, el camino hacia la sostenibilidad empresarial pasa por mantener una visión holística de la actividad que desempeñan las entidades privadas. Una visión en que lo económico, lo social y lo medioambiental sean pilares básicos armónicamente complementados.

No se trata solo de reducir impactos, sino de generar valor compartido, impulsando iniciativas que fortalezcan el tejido social y promuevan el bienestar colectivo. El verdadero desafío para las empresas hoy es convertirse en agentes de transformación y regeneración, capaces de conectar sus objetivos de negocio con las necesidades y aspiraciones de las comunidades en las que operan. En otras palabras: un enfoque basado en la escucha activa, la corresponsabilidad, el liderazgo facilitador, la innovación sostenible y la participación inclusiva, que sea capaz de construir modelos sostenibles que dejen un saldo positivo en la sociedad.

 

Sobre el autor