Los retos de la escasez de agua ante la crisis climática: problemas y soluciones

La crisis del agua empeora a medida que aumentan las temperaturas. ¿Qué medidas pueden implementarse para hacer frente a la escasez de agua?
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La crisis climática es también la crisis del agua. Los cambios en el ciclo hídrico, el aumento del nivel del mar, las catástrofes climáticas relacionadas con este elemento -cada vez más intensas y frecuentes- y la escasez de agua son solo algunas de las consecuencias. Los problemas del agua no son nuevos, pero se están agudizando conforme aumenta la temperatura global.

¿Qué voy a leer en este artículo?

 

El agua, un recurso cada vez más escaso a causa del cambio climático

“Para el agua, es ahora o nunca. El agua es el elemento que encontramos en la energía, la seguridad alimentaria, la salud, la economía y la colaboración internacional”, dijo Henk Ovink, enviado de los Países Bajos para liderar la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Agua de 2023. Por eso, debemos cambiar la forma en la que nos organizamos en torno a este elemento.  

Los impactos del cambio climático sobre los recursos hídricos son una evidencia ante nuestros ojos. De hecho, más del 90 % de los desastres están relacionados con el agua, ya sea por falta de esta o por exceso. Desde una sequía devastadora en Somalia hasta inundaciones mortales en Pakistán, millones de personas en todo el mundo han sufrido ambos extremos en los últimos meses.

 

                                                    “Más del 90 % de los desastres están relacionados con el agua”.

 

A su vez, estos desastres naturales pueden destruir o contaminar los suministros de agua. Lo que, según señala UNICEF, incrementa el riesgo de enfermedades como el cólera y la fiebre tifoidea. La organización también afirma que el aumento de las temperaturas puede atraer patógenos mortales a las fuentes de agua dulce, convirtiendo al agua en un elemento peligroso para el consumo de las personas.

Es decir, el agua es un recurso escaso que el cambio climático limita más aún. Se estima que actualmente 3.600 millones de personas en todo el mundo ya viven en áreas con escasez de agua por lo menos un mes por año. Pero, según el Informe mundial de las Naciones Unidas sobre el desarrollo de los recursos hídricos, para 2050 esta cifra podría alcanzar de 4.800 a 5.700.

Aún existe la posibilidad de no alcanzar ese escenario. En el Quinto Informe de Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), los expertos afirman que limitar el calentamiento global a 1,5 °C con respecto a los niveles preindustriales (en lugar de a 2 °C) lograría reducir hasta en un 50 % la población mundial expuesta al estrés hídrico.

 

“3.600 millones de personas en todo el mundo ya viven en áreas con escasez de agua por lo menos un mes por año”.

 

¿Cómo afrontamos el problema de la escasez del agua?

El agua tiene una importancia crucial en el desarrollo socioeconómico, la seguridad alimentaria y la salud de los ecosistemas, y es fundamental para mejorar el bienestar de las personas. Con esto no decimos nada nuevo, solo subrayamos la necesidad cada vez más imperiosa de invertir en el cuidado de los recursos hídricos.

Por una economía circular del agua

La escasez del agua se enfrenta haciendo un uso eficiente y sostenible de este recurso. Un cuidado que debe estar presente en todo su ciclo integral: desde su captación y distribución hasta su posterior depuración y tratamiento. Recordemos que apenas el 0,3 % del agua del mundo es apto para el consumo. No estamos para desperdiciar ni una gota.

La reutilización del agua es una de las opciones imprescindibles para hacer frente a los impactos de las sequías. Hablamos de convertir el residuo en esperanza hídrica. Según la Unesco, alrededor de 380 mil millones de m3 de agua pueden recuperarse cada año procedentes de aguas residuales. Se espera que este tipo de recuperación de agua alcance 470 mil millones de m3 para el año 2030 y 574 mil millones de m3 para el año 2050.

Puedes leer aquí más sobre las diferentes técnicas de reutilización del agua.

Desalación: el mar como reserva de agua dulce

Pero, podemos ampliar ese 0,3 % de agua disponible para el consumo humano gracias a las tecnologías de depuración que permiten limpiar y desalar el agua del mar para que pueda ser bebida por las personas.

La desalinización o desalación del agua consiste en un proceso de tratamiento de este elemento por el cual el agua del mar o agua salobre se convierte en agua potable para poder suministrar a la población con mayores dificultades de acceso a agua dulce.

Existen diferentes métodos para minimizar los niveles de salinidad en el agua, aunque el sistema más extendido, eficiente y limpio de desalinización es la ósmosis inversa. Su implantación supone más del 60 % respecto al resto de métodos. Este proceso de tratamiento de agua se realiza gracias al aporte de energía exterior en forma de presión, y que vence a la presión osmótica natural presente en dicha solución. Conoce más sobre cómo funciona en el siguiente vídeo.

¿Qué es la desalación por ósmosis inversa?

 

Infraestructuras resistentes al cambio climático

Cuidar de los recursos hídricos también implica proteger las infraestructuras hidráulicas: presas, embalses, diques, estanques... Construcciones que ayudan tanto a hacer frente a inundaciones (restringiendo el movimiento del agua), como a épocas de sequía, puesto que almacenan el agua y puede ser utilizada cuando hay escasez.

Si una localidad que suele enfrentar inundaciones cuenta con una infraestructura para capturar el exceso de precipitaciones, se pueden mitigar los efectos desviando el agua de la inundación hacia estanques, embalses o áreas de filtración de agua subterránea, mientras que también almacena agua para proporcionar una reserva para tiempos secos.

Más del 68 % de los planes nacionales de adaptación al cambio climático incluyen la construcción y el reacondicionamiento de infraestructuras hidráulicas. Las crisis climáticas suponen una mayor variabilidad e incertidumbre en el ciclo del agua. Las infraestructuras hidrológicas deben ser robustas para soportar eventos climáticos extremos, y flexibles para poder adaptarse a los cambios de forma satisfactoria.

La crisis del agua empeora a medida que aumentan las temperaturas. Pero todavía podemos invertir en las soluciones que nos ayuden a adaptarnos a los escenarios que están por venir al mismo tiempo que mitigamos el cambio climático.

 

Fuentes: