Vivir en una isla de calor urbana: ¿podemos hacer algo contra el calor extremo en las ciudades?

El fenómeno isla de calor urbana y el cambio climático hacen que las ciudades tengan que adaptarse para hacer frente a la subida de temperaturas.
Wind energy on Global Wind Day

Los Ángeles ha inaugurado una nueva institución municipal. La ciudad estadounidense ha estrenado su oficina de adaptación al calor extremo para combatir el efecto isla de calor urbana y se suma así a la lista de lugares que pretenden encarar los impactos del cambio climático a nivel local.

Y es que el ritmo frenético de millones de personas desplazándose, consumiendo energía y demandando todo tipo de bienes y servicios es lo que da forma a las ciudades del siglo XXI: esas que ocupan el 2 % del planeta, consumen el 78 % de la energía mundial y que sufren algunas de las peores consecuencias del calentamiento global.  

¿Qué voy a leer en este artículo?

 

El calor extremo de la ciudad, una “isla” nada paradisiaca

Las grandes extensiones de hormigón y asfalto, los pocos espacios verdes, las emisiones y contaminantes en suspensión, así como las activades humanas que liberan calor a la atmósfera son los responsables del exceso de calor que se registra en las ciudades, en comparación con las zonas rurales o suburbanas.

Esto da origen a un fenómeno conocido como isla urbana de calor. Se trata de un evento local que, sumado al calentamiento global, presenta como resultado una mayor necesidad de las ciudades de adaptarse al calor extremo.

La isla de calor alcanza su máxima intensidad durante la noche, cuando los materiales urbanos liberan el calor que han ido acumulando durante las horas de sol. En general, puede llegar a elevar la temperatura unos 2º C. Sin embargo, un reciente estudio del servicio suizo de meteorología cifraba en 6º C la diferencia de temperatura entre una ciudad y los entornos rurales.

 

Cómo mitigan las ciudades el efecto isla de calor urbana

Las ciudades ya están experimentando veranos más largos y calurosos, con olas de calor más frecuentes que, a su vez, traen jornadas de temperaturas récord. Pero, además, los fenómenos meteorológicos extremos también crecen en número e intensidad. Inundaciones, incendios, huracanes… Las ciudades tienen que encontrar la forma de adaptarse y mitigar el cambio climático al mismo tiempo.

¿Cómo podemos regenerar nuestras ciudades para que sean más limpias, resilientes y sanas?

 

Hola, ¿es la oficina contra el cambio climático?

En 2021, la ciudad Phoenix, en Estados Unidos, sufrió 338 muertes asociadas al calor. Más de una tercera parte fueron de personas sin hogar. Esta metrópoli, de 4,6 millones de personas, es una de las más cálidas del país. No son pocos los días en los que la temperatura oscila entre los 32 y los 37 grados. Con unas 5.000 personas viviendo en las calles, es un problema que pone en peligro muchas vidas.

Como solución, en otoño de ese mismo año Phoenix abrió una oficina enfocada a dar con las soluciones climáticas pertinentes. Desde entonces, la ciudad ya ha emprendido algunas acciones para mitigar el efecto isla de calor. Entre estas, la inversión de seis millones de dólares para plantar árboles en los barrios más pobres de la ciudad.

Las instituciones también han pavimentado cerca de 70 kilómetros de calles con un material que se enfría por las noches. Esta mezcla logra que las temperaturas se mantengan 12 grados por debajo del máximo que alcanzan con el asfalto común. También cuentan con un programa que ofrece cubrir los techos de un químico que refleja la luz, aísla mejor las viviendas y, por lo tanto, reduce la necesidad del aire acondicionado.

Movilidad sostenible

En el área metropolitana de Buenos Aires vive un tercio de la población del país, aproximadamente 14 millones de personas. Ciudadanos que, en un solo día, generan 22 millones de viajes. 8 millones de ellos se realizan en autobús, millón y medio en tren y alrededor de 1 millón de esos desplazamientos en metro. Y unos 2,2 millones se llevan a cabo a pie o en bicicleta. Sin embargo, en su conjunto, el transporte público de pasajeros solo es responsable del 5 % de las emisiones de la movilidad. Por su parte, a los vehículos privados se les atribuye el 35 %.

La capital argentina es una de las conocidas como megaciudades, aquellas donde viven más de 10 millones de personas. En estas mastodónticas urbes, con barrios dormitorio y grandes suburbios, es necesario recorrer largas distancias para casi todo: acudir al trabajo, ir al médico e incluso hacer la compra.

Fomentar el uso del transporte compartido y sostenible es indispensable para minimizar las emisiones de carbono, descongestionar las carreteras y liberar las calles de todos los coches que las ocupan como aparcamiento.

 

“Fomentar el uso del transporte compartido y sostenible es indispensable para minimizar las emisiones de carbono”

 

En este artículo hablábamos de algunas de las medidas más eficientes como pueden ser limitar la entrada de coches a ciertas zonas de la ciudad, instaurar una tarifa para acceder al centro, promover rutas de movilidad sostenible para acudir a las empresas o la universidad o alquilar motos eléctricas por minutos para desplazarnos de un lugar a otro.

Así mismo, promover un nuevo diseño urbanístico que promueva los barrios de 15 minutos, como hacen ciudades como París, ayuda a reducir el tráfico. El objetivo de este sistema es que los ciudadanos puedan acceder a todos los servicios y bienes necesarios para su día a día (hospitales, tiendas, colegios, parques, etc) sin tener que desplazarse a más de 15 minutos.

 

Los pulmones verdes que ayudan a las ciudades a adaptarse al calor extremo

Las urbes europeas podrían evitar hasta 43.000 muertes al año si ampliasen sus zonas verdes, tal y como indica el estudio de un equipo del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), impulsado por la Fundación “La Caixa”. Y como ha comprobado por sí mismo este tuitero con el termómetro en la mano:

 

 

Los expertos aseguran que los espacios verdes impactan positivamente en nuestra salud, se les relaciona con una mayor esperanza de vida, y menos problemas de salud mental y enfermedades cardiovasculares.

También ayudan mitigar la contaminación atmosférica, el calor y el ruido, contribuyen al secuestro de CO2 y ofrecen espacios donde los ciudadanos pueden practicar deportes o interactuar al aire libre.  

 

“Los espacios verdes ayudan mitigar la contaminación atmosférica, el calor y el ruido, contribuyen al secuestro de CO2”

 

Una mano de pintura blanca para conseguir tejados fríos

Otro estudio, esta vez del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales de la Universidad Autónoma de Barcelona (ICTA-UAB), asegura que tanto ampliar las zonas verdes como pintar los tejados de blanco mitigarían los efectos de las islas de calor urbanas y reduciría hasta en 4,7ºC la temperatura diurna.

La investigación demuestra que los materiales de construcción impactan en la acumulación de calor en las ciudades, y que la radiación solar almacenada durante el día en el asfalto y los edificios se libera lentamente durante la noche, generando un importante estrés térmico. Los tejados fríos se obtienen pintando de blanco las cubiertas para aumentar el albedo, es decir, el porcentaje de radiación que refleja la superficie, y que no es absorbida por el edificio.

Según los resultados obtenidos en la investigación, la temperatura disminuyó 4,73ºC durante el día, y 1,88ºC durante la noche. Un descenso térmico que promueve un menor uso de aire acondicionado (26 %) y que, por lo tanto, reduce el consumo energético.

 

Pintar las calles

El asfalto está hecho con brea, roca triturada, arena o grava. Todos los asfaltos tienen dos estructuras moleculares en común: los máltenos, que son los responsables de que los elementos se mantengan unidos, y los asfaltenos, que dan a la carretera su color negro y su firmeza.

Estos materiales alcanzan temperaturas máximas en verano de hasta 65º C y son uno de los principales causantes del efecto isla de calor. Para minimizar este impacto, los expertos proponen pintar con colores claros estas superficies.  Al igual que ocurría con los tejados, se ha demostrado que, pintando el asfalto de blanco, la luz se refleja en la pintura, el asfalto coge menos calor y baja la temperatura ambiente.

Diseñar ciudades más sostenibles que nos ayuden tanto a mitigar los efectos del cambio climático como los de las islas de calor urbanas es hoy más necesario que nunca. Creemos y regeneremos entornos resilientes que garanticen la calidad de vida de las personas y el bienestar del planeta.

 

 

Fuentes:

https://elpais.com/clima-y-medio-ambiente/2022-06-20/jardines-en-los-tejados-arboles-africanos-y-calles-pintadas-de-blanco-como-adaptar-la-ciudad-al-calor-extremo.html