Filosofía verde: defender el planeta para un futuro sostenible

La filosofía puede ayudarnos a entender la relación que existe entre los seres humanos y la naturaleza con el objetivo de defender el planeta del cambio climático y acercarnos a un desarrollo sostenible
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«Produce una inmensa tristeza pensar que la naturaleza habla mientras el género humano no la escucha». Victor Hugo, dramaturgo, poeta y novelista francés.

Puede parecer que el cambio climático es solo cosa de ciencia. Que la filosofía, como materia y disciplina, poco tiene que hacer por el deterioro de los ecosistemas, la subida de las temperaturas o la desaparición de la biodiversidad. Sin embargo, la filosofía es la responsable del desarrollo del pensamiento crítico, reflexivo y analítico -con una visión ética y moral- y nos proporciona recursos para entender mejor la realidad que nos ha tocado vivir. Hablamos de una filosofía verde que nos permita defender el planeta de grandes amenazas como el cambio climático.

A menudo se acostumbra a pensar que hablar de filosofía es hablar del ser, del alma, del sentido de la vida, del bien y del mal, de la moral... En definitiva, de conceptos muy abstractos. Pero, en verdad, la filosofía es el vínculo sobre el que se fomenta el diálogo entre el arte, la religión, la ciencia o la sociedad. Por tanto, como instrumento, es el nexo que puede ayudarnos a entender la relación que existe entre los seres humanos y la naturaleza.

 

La filosofía es el vínculo sobre el que se fomenta el diálogo entre el arte, le religión, la ciencia o la sociedad. Por tanto, como instrumento, es el nexo que puede ayudarnos a entender la relación que existe entre los seres humanos y la naturaleza.

 

El cambio climático está vinculado a esta compleja relación. Sin embargo, la conciencia ecológica lleva presente en los textos filosóficos desde mucho antes que las emisiones y la temperatura global comenzasen a aumentar.

 

¿Cómo se ha ido introduciendo la conciencia ecológica en nuestra ética?

Podríamos remontarnos mucho más atrás y hablar de cómo en la antigua Grecia, Hipócrates dejó por escrito que para investigar sobre medicina, era necesario considerar las estaciones y las características del clima del lugar, poniendo sobre la mesa lo determinante que era el medio para la salud de los seres vivos que lo habitan.

Pero según nos acercamos más a nuestros días, esa idea se desvanece en el camino de la historia. Descartes, por ejemplo, consideraba la naturaleza como un conjunto de objetos puestos a disposición del ser humano. El filósofo del siglo XVII,  no concibe el respeto al medio ambiente, más bien lo considera de manera meramente utilitaria y estima que es un recurso infinito del que el hombre puede sacar provecho sin complejos.

Por suerte, otros enfoques han ido haciéndose paso. Como el de la ecología científica. En 1937, el botánico británico Arthur George Tansley, propuso el término ecosistema. Un concepto que abarca todas las interacciones de las distintas especies vivientes entre sí, y de todos los organismos vivos con el entorno físico: suelo, aire, clima… Bajo las ideas de Tansley, el ser humano pasa a formar parte de la naturaleza como un elemento más del ecosistema.  

 

Ecologismo y filosofía

El término ecología fue acuñado a fines de 1860 por el pensador alemán Ernst Haeckel. Ökologie, en la lengua del filósofo, se compone de dos vocablos griegos: oikos (que significa casa u hogar) y logos (estudio). Por lo que el término significa “estudio de los hogares”. Para Haeckel se trataría de aquella rama de la ciencia que gira en torno a la interacción de todo ser vivo con su entorno, con su hogar.

En la actualidad, el ecologismo se entiende también como una inquietud política y filosófica frente al deterioro del medio ambiente, provocado por la acción socioeconómica del ser humano. Un heterogéneo movimiento social que propone reformas y promueve la concienciación social.

La filosofía medioambiental es la rama del pensamiento que hace frente a los desafíos del siglo XXI. Incluye diferentes corrientes, pero todas tienen en común un mismo objetivo: defender el planeta para preservar el futuro.

Las ideas que defiende están relacionadas con el agotamiento de los recursos no renovables y otros efectos dañinos y permanentes, provocados al medio ambiente por los seres humanos, así como con preguntas relacionadas con el valor y el sentido de la naturaleza.

 

El ecologismo puede entenderse como una inquietud política y filosófica frente al deterioro del medio ambiente.

 

Pese a que sus inicios se remonten al siglo pasado, son las nuevas generaciones de hoy en día las que más parecen promulgar con el ecologismo y ese pensar verde que representa la lucha contra el cambio climático y el respeto al medioambiente. En los últimos años, los miembros de la generación Z –nacidos a partir de mediados de los noventa– fueron mayoría en las manifestaciones por el clima, lideradas por la activista Greta Thunberg, quien, pese a su corta edad, logró situar el calentamiento global en el centro del debate político y económico de una forma como nunca antes se había visto.

No es casualidad que sean precisamente los más jóvenes los que se muestran más sensibles a la situación medioambiental porque, al fin y al cabo, ellos serán quienes experimenten los peores efectos si no nos acercamos hacia un modelo de desarrollo sostenible.

Pese a esto, hay espacio para el optimismo. Hay que reconocer que hemos entrado en una transición hacia una sociedad marcada decisivamente por los condicionamientos ecológicos. Las instituciones, empresas y la sociedad civil han puesto en marcha planes y medidas destinadas a frenar el calentamiento global. El máximo ejemplo es el Acuerdo de París, en el que 196 partes se comprometen a limitar el aumento de la temperatura a 1,5 °C.

Porque la cuestión fundamental es el futuro de la humanidad. Se trata de concebir una vida social contemporánea que incluya la preocupación por la sostenibilidad del sistema a largo plazo.

Estas preocupaciones ecológicas deben coexistir con el desarrollo social y un crecimiento económico que genere riqueza equitativa. El principio de responsabilidad hacia las generaciones futuras y el principio de solidaridad de todos los seres humanos entre sí son esenciales para crear un modelo de desarrollo sostenible. La filosofía verde puede marcarnos el camino hacia el nuevo horizonte sostenible que necesitamos como sociedad.

Fuentes: Ethic, Unesco, BBC