Implicaciones de la sostenibilidad de orden ético

Si cada organización de seres vivos - ecosistemas y sociosistemas – genera un ambiente, el que crean las interacciones entre sus componentes, entonces los problemas ambientales son la manifestación de desajustes y desequilibrios en esas interacciones.
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En cuanto a las implicaciones de orden ético, si cada organización de seres vivos - ecosistemas y sociosistemas – genera un ambiente, el que crean las interacciones entre sus componentes, entonces los problemas ambientales son la manifestación de desajustes y desequilibrios en esas interacciones. Al final padecen esos problemas los seres humanos y la biodiversidad, la naturaleza en su conjunto, en forma de hambrunas, extinción de especies, desertificación, escasez de agua, contaminación, acumulación de residuos, inseguridad jurídica, conflictos geopolíticos...

Por tanto, son la insostenibilidad socio-ambiental, en general, y el cambio climático en particular, fenómenos que evidencian esta gran cantidad de disfuncionalidades. Así, la sostenibilidad significará reintroducir el necesario equilibrio funcional en esta red global de interacciones; para lograrlo, el horizonte de la acción humana deberá ser la construcción de un mundo habitable, acogedor y en paz, económicamente suficiente, equitativo y duradero, diverso y plural.

 

1. De orden ético

Las cuestiones relacionadas con la ética  que sobresalen a la hora de favorecer la sostenibilidad son: el respeto generalizado de los Derechos Humanos; la aceptación del bienestar; y la vigencia universal del principio de precaución.

La Declaración Universal de los Derechos Humanos ha cumplido 60 años y es, todavía, una aspiración para esa gran parte de la población del planeta que carece de libertades civiles y de seguridad personal y jurídica, o sobrevive sin agua potable o alimentación suficiente. Por eso es importante no olvidar su práctica en las sociedades acomodadas, donde un cierto porcentaje de la población vive en la exclusión. Igualmente, han de ser tenidos en cuenta a la hora de suscribir acuerdos de cooperación al desarrollo y comerciales Norte / Sur, a fin de combatir la corrupción, el trabajo-esclavo o la explotación infantil, y de favorecer el acceso a los mercados occidentales. Se debe cumplir el objetivo de alcanzar una contribución equivalente al 0,7% del PIB de cada país, establecido por la Asamblea General de la ONU en 1980, así como de la responsabilidad social corporativa de las empresas (RSC), responder  a las iniciativas de Comercio Justo y, en resumen, cualquier medida que favorezca el cumplimiento de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Es importante conocer que, por ejemplo en España, a causa de la crisis la ayuda española al desarrollo se redujo en 2011 hasta el 0,29% del PIB, cada vez más lejos de ese 0,7%. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) aconseja a los países sobre cómo conseguir mayor impacto en sus ayudas a países en vías de desarrollo, y lo hace en un informe del Comité de Ayuda al Desarrollo (CAD) analizando el ejercicio del año 2011.

La aceptación del bienestar

En los países de la OCDE, la esperanza de vida al nacer alcanza los 78,3 años de media, frente a una media mundial de 68,1; en Australia, uno de los países donde más se prolonga la longevidad, llega a los 80,9.

Parece cierto que las expectativas de más y más nivel de vida crean una insatisfacción económica que no se corresponde con una realidad que se ha transformado muy favorablemente en las últimas décadas: el PIB per cápita de Australia se incrementó, en el período 1994/2005, un 64% y de Estados Unidos, un 58%, y los datos siguen aumentando en el año 2012, lo que preve que siga siendo así en 2013. Unas expectativas que, además, no parecen compatibles con la sostenibilidad global de un planeta con más de 6.500 millones de habitantes.

Frente a la acumulación material que hace crecer la huella ecológica y nos hace más dependientes, la calidad de vida conjuga la suficiencia de recursos materiales privados y:

  • La disponibilidad de recursos públicos.
  • Las relaciones interpersonales satisfactorias.
  • Una comprensión integrada de la complejidad del mundo en que vivimos.
  • La calma espiritual y la aceptación de la diversidad.
  • El derroche, la sobreabundancia y la saturación consumista conducen a la búsqueda de la hiperseguridad material. Frente a ellos, la suficiencia y la aceptación del bienestar contribuyen a configurar experiencias de vida ética que aminoran la necesidad acumular.

Principio de precaución

Toda acción humana, individual o colectiva, es susceptible de producir costes sociales y ambientales indeseados y/o imprevistos, que es preciso estudiar, prevenir, minimizar, reponer o internalizar. Cuando la reposición o la internalización no son factibles y los impactos y afecciones resultarían irreversibles y/o inasumibles, sólo quedan la renuncia, la reflexión y la investigación hasta dar con alternativas viables.