Extinction Rebellion, la nueva lucha ciudadana contra el cambio climático

El capítulo de las protestas sociales contra el cambio climático ya tiene un nuevo movimiento en los titulares de todos los periódicos.
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El cerco social a los gobiernos de todo el mundo para que desarrollen políticas contra el cambio climático es cada vez más estrecho. Lo vimos hace unas semanas con el movimiento ecologista estudiantil Fridays for future, una movilización espontánea y de carácter mundial de jóvenes que claman por salvar el planeta y que tiene visos de consolidarse como una de las fuerzas sociales más importantes en lo que llevamos de siglo.

 

Ahora, un nuevo movimiento ciudadano copa los medios anglosajones: Extinction Rebellion. Tiene el mismo objetivo de base que Fridays for future, pero con formas más incómodas para las instituciones de llamar la atención y de agitar a la opinión pública para luchar contra el cambio climático.

 

Exctintion Rebellion, provocaciones contra la extinción

Este grupo de activistas nacido en Londres intenta crear perturbaciones públicas al gobierno del Reino Unido para obligarlo a comprometerse a una economía sin emisiones de carbono y declarar una emergencia climática. Extinction Rebellion promueve acciones de desobediencia civil no violenta, así las definen ellos mismos, a riesgo de que conlleven multas o incluso detenciones.

 

La última iniciativa para concienciar sobre los riesgos del cambio climático por la que han sido noticia ha tenido lugar en el Museo de Historia Natural de Londres bajo el esqueleto de la colosal ballena azul que preside su hall. Allí, más de 100 activistas han simulado su propia muerte mientras que otro grupo de ellos se mostraban cubiertos con velos y con la cara pintada de color rojo. Ya en noviembre del año pasado bloquearon cinco puentes del Támesis, pero estos días la notoriedad les llega, además de por la representación de una extinción en el museo, por acampar en zonas de Marble Arch, Waterloo Bridge, Oxford Circus y Parliament Square durante toda la semana provocando cortes de tráfico.

 

Todas estas iniciativas de “desobediencia civil” ocurridas en lo que han denominado semana del activismo climático se han cobrado más de 1.000 arrestados en Londres. Parece que esta cifra es todo un éxito para el grupo ecologista, ya que Extinction Rebellion tenía un objetivo aritmético: movilizar a 10.000 activistas, alcanzar los 1.000 detenidos y calar al menos en el 3’5% de la población. El número no es casual ya que, según las teorías de la politóloga Erica Chenoweth, basta con lograr ese porcentaje de apoyo a través de la desobediencia civil para acabar con un sistema.

 

Mover a la acción contra el cambio climático

Todo empezó por una reunión de 17 activistas concienciados con la necesidad de hacer algo para cambiar el curso de la historia. Inspirados por las sufragistas, Mahatma Gandhi y Martin Luther King, los fundadores de Extinction Rebellion, la física molecular Gail Bradbrook y el profesor de Ciencias Sociales Roger Hallam, buscan hostigar al gobierno para que cambien sus políticas medioambientales y establecer asambleas de ciudadanos elegidos por un jurado para supervisar democráticamente la transición energética.

En poco más de un año se les han unido centenares de personas atraídas por su propuesta y por el atrevimiento de sus iniciativas para frenar el cambio climático.

Por ahora su radio de acción alcanza al país británico, pero el movimiento tiene una vocación internacional ya que “la crisis climática, ecológica y civilizatoria” debe ser abordada por los gobiernos del mundo de manera urgente y empieza a cobrar alza en países como Francia y Holanda.

El movimiento medioambiental Fridays for future comenzó con una niña y un par de carteles que interpelaban a sus políticos y ahora sus discursos sobre calentamiento global inspiran a millones de jóvenes en todo el mundo. Extinction Rebellion fue ideado por dos inquietos activistas que ya movilizan a miles de personas en Reino Unido y que, según las últimas noticias, hoy tienen seguidores en más de 80 países. Los ciudadanos se han puesto manos a la obra para denunciar lo que está pasando en el mundo, la conciencia medioambiental ya no se para.

 

Fuentes: El País, El Mundo, The Finantial Times