¿Cómo pudo una de las regiones más erosionadas del planeta recuperar la vida en su suelo?
La meseta de Loess, un área que abarca más de 640.000 km² en China, se consideraba el lugar más erosionado del planeta a finales del siglo XX. Hasta que la restauración del suelo lo cambió todo.
La meseta de Loess es un área que abarca más de 640.000 km² en tres provincias y partes de otras cuatro en China. Este territorio, con una extensión mayor que la de Francia, es el hogar de unos 100 millones de personas. Sin embargo, a finales del siglo XX, esta tierra, antaño fértil y productiva, se consideraba el lugar más erosionado del planeta, según el documental Lessons of the Loess Plateau del ecologista John D. Liu.
La historia de la meseta de Loess demuestra que, incluso cuando el suelo parece irreversiblemente perdido, es posible recuperarlo. A través de un ambicioso programa de restauración ecológica impulsado por el gobierno chino en colaboración con comunidades locales y organizaciones internacionales, Loess pasó de ser un paisaje polvoriento y sin vegetación, a convertirse en un ejemplo vivo de conservación del suelo, biodiversidad y seguridad hídrica.
¿Qué voy a leer en este artículo?
- ¿Por qué es importante la conservación del suelo?
- ¿Cómo se restauró la meseta de Loess en China?
- Sembrar lo posible: soluciones para recuperar suelos degradados
- Más allá del campo: ejemplos de ciudades que apuestan por la conservación del suelo
Conservación del suelo: definición, importancia y beneficios
Cuando pensamos en los grandes desafíos ambientales, solemos levantar la vista al cielo y su capa de gases o volverla hacia los océanos que se calientan o al deshielo de los polos. Muy pocas veces miramos hacia abajo. Y, sin embargo, el suelo —esa capa viva que pisamos cada día sin darnos cuenta— es uno de los pilares más frágiles y cruciales de la vida en la Tierra. Un recurso que no se puede fabricar, que tarda siglos en formarse… y que hemos degradado en apenas unas décadas.
La conservación del suelo es el conjunto de prácticas que buscan proteger, mantener y mejorar su calidad, asegurando su capacidad para cumplir funciones esenciales: producir alimentos, regular el ciclo del agua, almacenar carbono, sostener la biodiversidad y ser base de infraestructuras estables. Implica tanto evitar procesos de degradación (como la erosión, la compactación o la contaminación) como restaurar suelos ya dañados.
Su importancia es estratégica. Un suelo sano es fundamental para la seguridad alimentaria, la adaptación al cambio climático y la protección de los recursos hídricos. En términos económicos, también es vital: los suelos degradados generan costes millonarios por pérdida de productividad, daños a infraestructuras o necesidad de tratamientos. Y desde una perspectiva ecológica, es una condición indispensable para mantener la vida en el planeta. Sin suelo fértil, no hay futuro sostenible.
La restauración de la meseta de Loess: un modelo global de recuperación de suelos
Si queremos entender la situación en que se encontraba la meseta de Loess, conviene echar la mirada atrás a los usos del suelo. Durante generaciones, la meseta de Loess se había sometido a una deforestación masiva, el sobrepastoreo y la agricultura intensiva en laderas. Así, la falta de cobertura vegetal dejó el terreno completamente expuesto a los elementos. Las lluvias torrenciales arrastraban toneladas de tierra fértil, lo que provocaba una erosión severa que convertía el paisaje en una sucesión de barrancos áridos y ríos fangosos.
Cada año, el polvo de la llanura obstruía el río Amarillo con limo, enviando columnas de loess, el sedimento fino arrastrado por el viento que le da nombre, a través de las ciudades chinas, incluyendo la capital, Pekín.
Frente a este deterioro, China lanzó un proyecto de restauración sin precedentes. A partir de 1999, y con apoyo del Banco Mundial, se puso en marcha ‘Grain to Green’, un plan integral para reverdecer la meseta y revertir el daño causado por el pastoreo y el cultivo excesivos de las laderas que una vez estuvieron cubiertas de bosques. En 2004, el Banco Mundial lo describió como "el proyecto de conservación de agua y suelo más grande y exitoso del mundo".
Para 2016, China había convertido más de 11.500 millas cuadradas de tierras de cultivo de secano en bosques o pastizales, lo que representa un aumento del 25 % en la cobertura vegetal, según un estudio publicado en Nature Climate Change.
Prácticas efectivas para restaurar suelos: reforestación y agricultura regenerativa
Existen soluciones concretas y contrastadas que permiten detener la degradación y devolver la vida a la tierra. Entre ellas se encuentran la reforestación estratégica, la agricultura regenerativa, el uso de terrazas y zanjas de infiltración, la cobertura vegetal permanente, la rotación de cultivos y el compostaje. Estas prácticas no solo restauran la fertilidad del suelo, sino que también aumentan su capacidad de retención de agua, mejoran la biodiversidad y contribuyen al secuestro de carbono.
Según la FAO, un solo gramo de suelo sano puede contener hasta 10.000 especies de microorganismos (esenciales para la producción de alimentos), y su capacidad para almacenar agua es entre 3 y 5 veces superior a la de un suelo erosionado.
En Brasil, el programa “Agricultura de Baixo Carbono” (Plan ABC) impulsa la recuperación de suelos degradados a gran escala mediante prácticas agrícolas sostenibles. Entre sus acciones destacan la rehabilitación de pastos, la integración de cultivos, ganadería y árboles, y la siembra directa. Solo la recuperación de pastizales degradados comprende quince millones de hectáreas. Estas técnicas mejoran la estructura y fertilidad del suelo, aumentan su capacidad de retención de agua y reducen la erosión, al tiempo que contribuyen a mitigar el cambio climático.
Existen soluciones concretas y contrastadas que permiten detener la degradación y devolver la vida a la tierra. Entre ellas se encuentran la reforestación estratégica, la agricultura regenerativa, el uso de terrazas y zanjas de infiltración, la cobertura vegetal permanente, la rotación de cultivos y el compostaje. Estas prácticas no solo restauran la fertilidad del suelo, sino que también aumentan su capacidad de retención de agua, mejoran la biodiversidad y contribuyen al secuestro de carbono.
Según la FAO, un solo gramo de suelo sano puede contener hasta 10.000 especies de microorganismos (esenciales para la producción de alimentos), y su capacidad para almacenar agua es entre 3 y 5 veces superior a la de un suelo erosionado.
En Brasil, el programa “Agricultura de Baixo Carbono” (Plan ABC) impulsa la recuperación de suelos degradados a gran escala mediante prácticas agrícolas sostenibles. Entre sus acciones destacan la rehabilitación de pastos, la integración de cultivos, ganadería y árboles, y la siembra directa. Solo la recuperación de pastizales degradados comprende quince millones de hectáreas. Estas técnicas mejoran la estructura y fertilidad del suelo, aumentan su capacidad de retención de agua y reducen la erosión, al tiempo que contribuyen a mitigar el cambio climático.
En el continente africano, un esfuerzo igual de ambicioso busca transformar el paisaje del Sahel: la Gran Muralla Verde. Esta iniciativa panafricana pretende restaurar cien millones de hectáreas de tierras degradadas desde Senegal hasta Etiopía mediante reforestación y prácticas de gestión sostenible del suelo. Aunque ha logrado avances importantes en ciertos lugares, el progreso es lento y desigual. La falta de financiación estable, la coordinación entre países y los desafíos climáticos frenan su ritmo, pero su potencial como barrera contra la desertificación y motor de desarrollo rural sigue siendo enorme.
Conservación del suelo en ciudades: soluciones urbanas para suelos vivos
La conservación del suelo no es solo una cuestión rural. También las ciudades deben repensar su relación con el suelo. En muchas urbes del mundo, el sellado del terreno ha alcanzado niveles críticos: parques convertidos en aparcamientos, cauces urbanizados, zonas industriales abandonadas y contaminadas. Esta desconexión con el suelo urbano tiene impactos directos en el riesgo de inundaciones, el efecto isla de calor y la salud de los ecosistemas urbanos.
Algunas ciudades ya están liderando cambios inspiradores. En Melbourne, Australia, el programa "Urban Forest Strategy" incluye la protección y revitalización del suelo como parte fundamental del diseño urbano. La ciudad de Portland, en Estados Unidos, impulsa proyectos para retirar asfalto e incluir pavimentos permeables para restaurar el ciclo natural del agua y reducir la contaminación del suelo. En Singapur, las estrategias de infraestructura verde han incorporado tecnologías de biofiltración que devuelven vida al suelo urbano.
Restaurar el suelo no significa volver atrás, sino avanzar con más conciencia. Apostar por un modelo económico y productivo que no agote lo que nos da de comer para un futuro más resiliente. Recordemos que la salud del planeta comienza bajo nuestros pies, en esa delgada y valiosa capa que sostiene la vida.
Fuente:
- https://openknowledge.fao.org/server/api/core/bitstreams/55472420-83e4-48d0-84c5-5595010cbdbb/content
- https://www.theguardian.com/environment/2025/mar/14/how-china-led-way-water-soil-conservation
- https://openknowledge.fao.org/server/api/core/bitstreams/abd22888-c4bd-480b-90df-d96bd38b5eaf/content
- https://www.fao.org/newsroom/story/let-s-stopsoilerosion-to-ensure-a-food-secure-future/es
- https://www.embrapa.br/tema-agricultura-de-baixo-carbono/sobre-o-tema
- https://www.melbourne.vic.gov.au/urban-forest-strategy